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“Podemos ser los más metaleros, hasta que escuchamos ‘San Juan por mi sangre’ y se nos corre un lagrimón”

“Podemos ser los más metaleros, hasta que escuchamos ‘San Juan por mi sangre’ y se nos corre un lagrimón”
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En el marco de estos días que evocan tradición y tradiciones, Revista la U dialogó con Lautaro López, actual subdirector del Instituto de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la UNSJ, unidad que reserva el Fondo Vidal de Battini, enorme archivo de cultura popular argentina. “Seguimos manteniendo rasgos compartidos”, asegura López.

 

 

En el libro “Buenaventura Luna y la Cultura Popular” (Gargiulo, H. y Casas, J., 2006), el sociólogo e investigador de la UNSJ José Casas afirma que “asistimos a un proceso de mundialización de la cultura, manifestación particular del proceso de dominación transnacional y de globalización”. Y explica: “A la rápida y abrumadora circulación de capitales, mercancías, ideas, se agregan los productos culturales, que tienen la impronta de ‘presentarse’ y representar una investidura de ‘universalidad’, que en realidad, son las manifestaciones culturales de los países hegemónicos del sistema”. Por supuesto, en este nivel de colonización feroz, a caballo del plano simbólico de los productos culturales, la del sociólogo es una descripción cruda y certera.

El pensador nacional Arturo Jauretche apoya la tesis Casas. En una entrevista de 1973 (Revista Crisis, Nº 5), sostenía que “hay que permitir que la cultura, los elementos de la civilización se incorporen, pero como semillas (…) que incorporemos la civilización y no que nos incorporemos a ella (…) El canto será argentino si tiene eso que sólo se oye en Argentina, si se agregó, al elemento universal, el elemento propio. Porque la semilla habrá germinado en tierra real y fecunda».

Y es cierto que por estas comarcas perviven elementos que aparecen inamovibles del ser, de la identidad, de lo que hace cultura, de la tradición. Es lo argentino, es esa semilla germinada de Jauretche. Lautaro López, subdirector del Instituto de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas “Manuel Alvar” (INILFI) de la UNSJ, no tiene dudas de que las señas identitarias permanecen. Es verdad que, como efemérides ya institucionalizadas hasta adquirir un color sepia de calendario ajado, existen fechas conmemorativas (que, de paso, no hay dudas de su ayuda en la inmortalización de identidades, de una u otra manera) pero también hay elementos que tocan fibras. “En un mundo donde la globalización es inmediata, la utilización de la computadora y del smartphone en todos los campos de la vida hacen que se esté de inmediato en todas partes. Hay elementos de otra cultura que siempre están ahí y no sé si son una amenaza para las señas constitutivas de nuestra identidad cultural. Creo que, en todo caso, son elementos que van a permanecer en el tiempo con mayor o menor éxito en ciertos sectores. Pero hay señas identitarias que son las que marcan lo que somos. Podemos ser los más metaleros de la historia, hasta que escuchamos ‘San Juan por mi sangre’ (canción vals de Ernesto ‘Negro’ Villavicencio) y se nos corre un lagrimón. La verdad es que nuestras señas identitarias permanecen porque somos parte de un sistema cultural conformado por nuestro entorno inmediato, antes decíamos ‘somos amigos’, ahora decimos ‘somos vecinos’, pero seguimos manteniendo rasgos compartidos. Estos rasgos compartidos son los que nos permiten identificarnos y sobrevivir en un contexto cultural”.

 

Esp. Lautaro López: «Hay elementos de otra cultura que siempre están ahí. Creo que son elementos que van a permanecer en el tiempo con mayor o menor éxito en ciertos sectores».

 

Rock y tradición

Entre esas transmisiones de rasgos que es la tradición,  y camino ya a las seis décadas de rock argentino, Lautaro López es partidario de que esta música bajo este cielo  puede considerarse constituyente de la tradición. “Identifica parte de nuestra argentinidad. En Malvinas nuestro rock fue muy importante; incluso después, con la recuperación democrática, aparece ese rock nacional que tenía sus raíces también en parte del folclore de los años 60 y 70”, apunta.

Estrellas y tradición  

Es sabido que, por la muerte de José Hernández, autor de El Gaucho Martín Fierro, pero también del menos conocido “Vida del Chacho Peñaloza”, cada 10 de noviembre se celebra el Día de la Tradición. De hecho, “Jáchal en noviembre” (zamba del Chango Huaqueño) se enciende porque entonces es su gran Fiesta Nacional de la Tradición. Y suben al escenario artistas que a veces no parecen coincidir del todo con la esencia bien local. Un poco es la lógica del poema “El Fogón de los Arrieros” (Buenaventura Luna), eje en cada Fiesta de la Tradición, en que llegan “los andantes de todos los caminos y las razas, a juntarse al calor de nuestras brazas”. “Para que haya pervivencia, se puede recurrir a elementos que permitan a grupos que no están tan sujetos a señales culturales del lugar para que puedan integrarse. Se trasladan señales anteriores a las nuevas generaciones y se permite también que haya algún replanteo en la conformación de la tradición.  Abel Pinto y Luciano Pereyra siguen siendo parte de lo que podemos considerar, en música, folclore”, sostiene López.

La tradición en el INILFI

El INILFI, unidad de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la UNSJ, cobija desde 1995 el Fondo Vidal de Battini (FONVIBA), que llegó desde Buenos Aires. Berta Vidal de Battini fue una lingüista puntana que resguardó materiales de varios años de recopilación (entre 1945 y 1964) de encuestas realizadas desde el Consejo Nacional de Educación de la Nación Argentina. Vidal fue su Supervisora. El archivo, que dirige actualmente Graciela García, es una monumental reserva de documentos de la Argentina profunda, de la que derivan cuentos, adivinanzas, poemas, costumbres, creencias. “Eran encuestas sobre folclore, sobre qué era nuestra cultura, y se buscaba la lengua nacional. Ahí se dieron cuenta de que, más allá de la cantidad de inmigrantes que había llegado, sólo algunos elementos quedaron y se siguió manteniendo un fondo cultural común que sigue hasta nuestros días”, muestra Lautaro López. Y así deja en claro una vez más eso de que la esencia es lo que pervive.

 

Fuente: Revista la U

 

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